21 de diciembre de 2011

20 de diciembre de 2011

ES NAVIDAD


Diciembre y el Adviento son el anuncio de la venida de Cristo a la tierra. Son unos momentos entrañables, la Navidad el ver a Dios hecho niño, los belenes y las luces en la ciudades, nos llenan el alma de alegría, muchas veces pasajera. Los mensajes de paz y los deseos de un nuevo año mejor dan una ternura especial a estas fechas.
Pero los cristianos, no podemos separar esta alegría, esta dulzura de turrones y mantecados de la misión que trae este niño Dios; y la misión es volver a sellar una alianza con Dios, una alianza de amor sobre todas las cosas, una alianza que será más fuerte que la muerte y cuyo destino es la Resurrección y la Vida Eterna.
Este nacimiento de Dios entre nosotros, tiene una nueva lectura desde el prisma de la Resurrección que nos hace, no quedarnos en la dulzura de un niño recién nacido, en la ternura de un ser humano cuya necesidad nos conmueve, cuya inocencia nos interpela, cuya serenidad llama a nuestra bondad. No es eso lo que celebramos, celebramos que Dios se apiada de nuestra condición de pecadores, de nuestro vagar sin norte y nos manda la única vía que lleva a la Salvación.
Ese niño, es quién nos mostrará que Dios es nuestro Padre, ese niño será quien nos enseñará que nuestro Padre nos ama con amor infinito, ese niño es aquél que obedecerá al Padre como nadie lo había hecho hasta entonces, y nos demostrará ese amor entregando su vida por nosotros.
Y en esa entrega total del Amor por amor, el Padre redimirá a toda la humanidad y la resurrección será la prueba irrefutable de la complacencia del Padre en su Hijo Amado.
Ese niño que hoy admiramos en el pesebre, es el mismo que está sentado a la derecha del Padre, es el mismo que pasea por nuestras calles el Jueves Santo y que por su muerte y resurrección nos ha ganado nuestro perdón. Así cuando veamos un nacimiento no nos quedemos en la ternura, sino vayamos a recorrer ese camino de Amor que comenzó una nochebuena, la primera nochebuena en aquella localidad de Belén.
Y ese niño hoy lo podemos encontrar hecho pan en el Sagrario, acostumbrémonos a visitarlo allí también. Y ese niño lo podemos encontrar en los pobres y los enfermos, no estaría de más visitarlo también allí, no nos quedemos en la ternura y la alegría pasajera, sino vayamos a la verdadera Alegría que vive con nosotros todo el año.
Feliz Navidad

14 de diciembre de 2011

12 de diciembre de 2011

DECÁLOGO DE ADVIENTO





    DECÁLOGO DE ADVIENTO



1. Vive con esperanza. Sueña con ese haz misterioso que, con el rostro de un Niño, unirá el cielo con la tierra.
2. Sal al encuentro, y no vivas de espaldas, de aquellas situaciones que tienes sin resolver. Rebaja las dosis de tu egoísmo personal.
3. Piensa qué caminos son los que, Dios, no escogerá para entrar dentro de ti. Algunos de ellos no contienen sinceridad, verdad o afán de superación.
4. Agárrate un poco más a la oración. Ella te dará la sensibilidad necesaria para prepararte a la llegada de Aquel que viene con un objetivo: nacer en ti.
5. Trabaja por hacer un “belén” allá donde te encuentras. Dios nace en cada hombre que ilumina su entorno con la luz de la justicia, la bondad y el perdón.
6. Participa en la eucaristía dominical y, si puedes, hazte también presente en ella diariamente. Culminarás el adviento con la sensación de que los profetas y María, te han guiado como nunca, al encuentro de Cristo que viene.
7. Descubre que, en lo pequeño, es por donde Dios entra más fácilmente y donde mejor se le puede ver. Un detalle vale mucho y, a veces, cuesta poco.
8. Aleja, si es que todavía lo recuerdas, todo aquello que en las pasadas navidades diste como bueno pero que no te aportó felicidad, espíritu de fe, ni equilibrio interior.
9. Renueva tu deseo de recibir a Cristo. No dejes que te roben el espíritu de la Navidad. Con la escucha de su Palabra, y su posterior reflexión, te harás fuerte ante esos embistes.
10. Limpia, no solamente las figuras del belén, sino además el gran pesebre de tu corazón. Dios, para nacer, dormir con paz y con calma, prefiere tu vida interior reluciente, serena, convertida y nítida.
 

FELIZ ADVIENTO 2011


ADVIENTO

El Adviento es estar atentos al Señor que viene. No es simplemente un momento del Año Litúrgico. ¡Es un tiempo de esperanza! “¡Estar despiertos y vigilantes!” No es una amenaza. Es una Exhortación. Es una actitud que abarca e ilumina toda la vida del cristiano. Es un mirar a Jesús que vino en la historia para enseñarnos a vivir humana y divinamente. Que viene en cada pobre y necesitado y vendrá al final de los tiempos como Él nos prometió. Cada uno sabe cuáles son sus “excesos”. Ya es hora de “despertarnos” de nuestra apatía, nuestra indolencia, y es preciso luchar con más decisión y arranquemos de raíz todo aquello que puede desagradar al Señor que viene. Año tras año, al llegar el Adviento, oímos que es un tiempo de cambio y preparación. Pero, ¿cambia “algo” en nuestra vida? Este el desafío de quienes “pretendemos” preparar el camino del Señor: Cambiar el corazón, cambiar nuestra mentalidad. Esta actitud se llama, en el lenguaje religioso: conversión. El camino del cristiano será imitar a Jesús viendo todo lo que podemos hacer para que los desalentados y oprimidos reciban una nueva esperanza… comenzando por nosotros mismos. La esperanza y la alegría de un Dios que no se cansa de decirnos: ¡Sean fuertes, no teman! “Yo mismo vengo a salvarlos”. Lejos de ceder a la tristeza y al pesimismo, alégrate siempre en el Señor, porque Jesús viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Algunas veces pareciera que, tanto escuchar y repetir que Jesús es Dios hecho hombre, nos hemos acostumbrado a las palabras y no le tomamos el peso de lo que ellas significan. Preparemos todo nuestro ser para celebrar este GRAN MISTERIO: Dios que se hace hombre semejante a nosotros, menos en el pecado. En este camino al encuentro del Señor, es una excelente ocasión para mostrarle a Jesús que estamos vigilantes, atentos, activos… y con el corazón ocupado en amar a todos, especialmente a los más necesitados. Dile, SÍ, al Señor que ya llega para que nos purifique y nos haga vivir la auténtica alegría de la Navidad.


10 de diciembre de 2011