20 de diciembre de 2011

ES NAVIDAD


Diciembre y el Adviento son el anuncio de la venida de Cristo a la tierra. Son unos momentos entrañables, la Navidad el ver a Dios hecho niño, los belenes y las luces en la ciudades, nos llenan el alma de alegría, muchas veces pasajera. Los mensajes de paz y los deseos de un nuevo año mejor dan una ternura especial a estas fechas.
Pero los cristianos, no podemos separar esta alegría, esta dulzura de turrones y mantecados de la misión que trae este niño Dios; y la misión es volver a sellar una alianza con Dios, una alianza de amor sobre todas las cosas, una alianza que será más fuerte que la muerte y cuyo destino es la Resurrección y la Vida Eterna.
Este nacimiento de Dios entre nosotros, tiene una nueva lectura desde el prisma de la Resurrección que nos hace, no quedarnos en la dulzura de un niño recién nacido, en la ternura de un ser humano cuya necesidad nos conmueve, cuya inocencia nos interpela, cuya serenidad llama a nuestra bondad. No es eso lo que celebramos, celebramos que Dios se apiada de nuestra condición de pecadores, de nuestro vagar sin norte y nos manda la única vía que lleva a la Salvación.
Ese niño, es quién nos mostrará que Dios es nuestro Padre, ese niño será quien nos enseñará que nuestro Padre nos ama con amor infinito, ese niño es aquél que obedecerá al Padre como nadie lo había hecho hasta entonces, y nos demostrará ese amor entregando su vida por nosotros.
Y en esa entrega total del Amor por amor, el Padre redimirá a toda la humanidad y la resurrección será la prueba irrefutable de la complacencia del Padre en su Hijo Amado.
Ese niño que hoy admiramos en el pesebre, es el mismo que está sentado a la derecha del Padre, es el mismo que pasea por nuestras calles el Jueves Santo y que por su muerte y resurrección nos ha ganado nuestro perdón. Así cuando veamos un nacimiento no nos quedemos en la ternura, sino vayamos a recorrer ese camino de Amor que comenzó una nochebuena, la primera nochebuena en aquella localidad de Belén.
Y ese niño hoy lo podemos encontrar hecho pan en el Sagrario, acostumbrémonos a visitarlo allí también. Y ese niño lo podemos encontrar en los pobres y los enfermos, no estaría de más visitarlo también allí, no nos quedemos en la ternura y la alegría pasajera, sino vayamos a la verdadera Alegría que vive con nosotros todo el año.
Feliz Navidad